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lunes, 11 de noviembre de 2013

Cuando empezamos o correr o hacer ejercicio: "NO SÓLO EL PESO IMPORTA, A VECES".



Cuando empiezas a correr, a hacer abdominales o ejercicio en casa, o cuando simplemente te inscribes en un gimnasio.
Empiezas por trazarte una meta de, por ejemplo, bajar 20 libras, y, semana tras semana (o día tras día) te pesas con la tortura de ver que si acaso bajaste 1 o 2 libras.

El peso no es el único indicador de tu progreso.  Existen diferentes maneras de medir tu éxito que ayudarán a mantenerte motivada o motivado.

Uno de los indicadores de que estás progresando es tu estado de ánimo.  La forma en que te desenvuelves, cómo caminas,  la energía o las ganas von las que se afronta la hora de salir a correr o de empezar a sudar, del entusiasmo que muestras al levantarte por la mañana…una especie de “llevarte el mundo por delante” pero en forma positiva.  Todo eso son signos de que eres una persona más saludable, tanto física como emocionalmente.

Igualmente te das cuenta que has progresado cuando te hacen tu evaluación física y te miden las circunferencias y los pliegues (este último se utiliza para determinar el porcentaje de grasa).  Incluso, cuando nuestra meta es bajar un poco de peso y vemos que en vez de eso lo que hemos hecho es aumentar, se puede deber a un aumento de nuestra masa muscular (lo cual pesa mas que la grasa) y finalmente tendremos que conformarnos con mantener nuestro peso a expensas de un cuerpo mas tonificado y fuerte.

Otra manera de saber (sin tomar las medidas) que estas bajando de medidas es con la ropa que acostumbras usar.  Puedes notar que los pantalones y correa comienzan a quedarte mas grande (puedes rodarla 1 o 2 hoyitos), o esa camisa que tenía tiempo no te ponías ya te la puedes  poner.  
Te das cuenta que vas en buen camino cuando comienzas a adoptar hábitos alimenticios nuevos. Cuando aprendes a decir que “NO”.  Si no tienes hambre o sabes que si lo que te están ofreciendo no te conviene, con mucho orgullo y sin temor a ofender, sabes decir “no, gracias”. 

Otra forma de saber que eres una persona “nueva” es en esos momentos de mucha presión, en la oficina o en la casa, cuando quizás acostumbrabas comer en exceso como forma de “aliviar” la tensión.

Ahora, para esos momentos de dificultad, en vez de tener a la mano comida chatarra, etc., tienes opciones de meriendas saludables y bajas en calorías.  Has aprendido a reconocer tus debilidades y a enfrentarlas con opciones que no van a boicotear tu meta final.

Sabes que has avanzado mucho cuando de repente, con mucha naturalidad, cuando sales a comer,  pides tus carnes o pescado a la parrilla, no fritos; salsas de tomates naturales y no la crema bechamel, etc.  Pides aderezos ligeros y que te lo pongan en un lado de la ensalada para disponer de el como consideras y pides vegetales como aperitivos. Incluso compartes ese rico postre con tu pareja o amigo/a.  En la casa, tus “salteados” están hechos con un toque de aceite de oliva y vegetales y tu crema de hongos o auyama está preparada con leche descremada y no crema de leche.  O sea que has aprendido a “aligerar” tus platos.

Otro indicativo de que estas aprendiendo es que ahora… disfrutas tus comidas.  Te gusta que la mesa esté bien presentada, con unos mantelitos bonitos, flores y, porque no, unas velitas.  Apagas la tele y pones una musiquita relajante para verdaderamente disfrutar de tu comida…y ya no quieres “devorarte” la comida sino que has aprendido a masticar despacio, disfrutando de cada bocado y con la conciencia de que eso que estás comiendo está contribuyendo a crear un cuerpo sano.  Ya no vives para comer sino que comes para vivir.

Cuando alcanzas tus diferentes metas de peso, en vez de comer como especie de “premio”, te regales otras cosas que te harán sentir bien, antes y después,  tales como un facial o un baño a la luz de velas, 1 bola de football o unos tenis nuevos en vez de una funda de papitas. 

Uno de los beneficios más importantes de un nuevo estilo de vida que incluye ejercicio y alimentación saludable es que ya no te cansas como antes al ejercitarte.  Por ejemplo, subes las escaleras sin quedarte corto de aire, jugar con tus hijos o amigos/as, corriendo, etc. sin extenuarte.  Caminas a un paso seguro con la cabeza en alto porque te sientes bien contigo mismo.

Recuerda que no solo la reducción del peso, visto en una balanza, indica el progreso que has tenido en tu entrenamiento.


  ¡Sigue adelante, sin obsesionarte con tu peso, a sabiendas de que lo que haces es bueno… en todos los sentidos de la palabra!


THE RUSH STUDIO
Miguel Ángel Pol Vaquer
@MiguelAngelPol
 ma_pv@live.com

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