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martes, 30 de agosto de 2011

EL DESAYUNO (el gran olvidado)








Uno de los principales problemas de nuestra alimentación radica en la incorrecta distribución de las comidas a lo largo del día, reparto condicionado en gran medida por el trepidante ritmo de vida de las sociedades desarrolladas. A pesar de que el desayuno es una de las comidas más importantes del día, diversas encuestas alimentarias muestran que en la primera ración de la mañana realizamos una ingesta nutritiva o calórica deficiente. El desayuno ha sido tradicionalmente en nuestro país una comida ligera. Hace décadas en las zonas rurales realizaban un desayuno poco abundante antes de comenzar las tareas del campo, pero el almuerzo completaba entonces la necesidad del organismo de nutrientes y no faltaban en la pausa a media mañana embutidos, queso, huevos, pan, vino y/o aguardiente. Hoy, sin embargo, muchas personas consideran que han desayunado tras haber tomado únicamente café, zumo o galletas lo que dista de las recomendaciones de dieta equilibrada. Además, el almuerzo brilla por su ausencia para muchos debido a los rígidos horarios laborales, por lo que el desayuno, ese gran olvidado, se convierte en aliado para afrontar el día con el depósito lleno de glucosa, nuestro combustible energético.

Fundamental para niños en edad escolar

Un desayuno equilibrado contribuye a un reparto más armónico de las calorías a lo largo del día y proporciona, además, una ración de seguridad de muchos nutrientes especialmente importantes en el periodo escolar, época de gran crecimiento y desarrollo. Y a pesar de que uno de cada dos adultos reconoce los beneficios de un buen desayuno para comenzar adecuadamente el día, en Europa siete millones de niños acuden al colegio cada mañana sin desayunar, según el barómetro Europeo Kellogg's del desayuno (1996-2008). Este estudio también pone de manifiesto que la alimentación que efectúan gran parte de los niños y adolescentes a primera hora de la mañana contiene un aporte calórico inferior a lo recomendado. Esto, o su propia omisión, genera un desequilibrio de sus hábitos alimentarios y, en consecuencia, de su estado nutricional.

¿Qué ocurre si no desayunamos?

Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa -nuestro principal combustible energético- que produce el ayuno. Hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas. Estas observaciones han sido verificadas tanto en niños que presentaban una alimentación equilibrada en su conjunto como en niños que presentaban una alimentación insuficiente. Por todo ello, se puede considerar que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y adolescentes, sino en personas de todas las edades.

Beneficios de un buen desayuno

Diversos estudios demuestran los beneficios para la salud relacionados directamente con la toma de un desayuno equilibrado:

·  Mejora del estado nutricional (grado en el que nuestras necesidades de energía y nutrientes quedan cubiertas mediante los alimentos que consumimos). Tomar un buen desayuno ayuda a realizar ingestas más altas de la mayor parte de los nutrientes que el organismo precisa. Las personas que no desayunan suelen seguir una dieta de peor calidad, mientras que quienes lo hacen, suelen hacer una dieta menos grasa y más rica en fibra, vitaminas y minerales.

* Grasa. Si el desayuno incluye: tostadas, pan, cereales de desayuno, galletas sencillas, etc., el consumo diario de grasa es menor. El consumo de estos alimentos contribuye a aumentar los aportes calóricos realizados a partir de los hidratos de carbono, reemplazando otros con mayor contenido graso (bollería industrial, repostería, etc.).
* Fibra. Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
* Vitaminas y minerales. El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales. Estudios realizados en población infantil en distintos países han evidenciado aportes significativamente inferiores para ciertos minerales (hierro, calcio, magnesio y cinc) y vitaminas (tiamina y piridoxina) en los que no desayunaban en comparación con los que consumían esta ración.

·  Control del peso. Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de límites saludables en mayor medida que las que omiten esta ración. El hecho de repartir las calorías durante el día en 4 ó 5 comidas, ayuda a que no se sobrecargue ninguna de ellas. Esto también contribuye a evitar picar entre horas (snacks, golosinas, bollería y otros dulces, refrescos, etc.), factor muy importante a la hora de controlar el peso.

·  Rendimiento físico e intelectual. Las personas que omiten el desayuno ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo (descenso de la hormona insulina y aumento de cortisol y catecolaminas&) para mantener la glucemia (nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en el rendimiento físico e intelectual.

¿Cómo es un desayuno equilibrado?

El desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo del día. Para que sea equilibrado, deben estar representados como mínimo los siguientes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón.), frutas y cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas). Aparte de estos, también pueden participar otros alimentos, como derivados cárnicos y dulces, en cantidades moderadas.

·  Cereales. Proporcionan hidratos de carbono que aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.

·  Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente riboflavina o B2).

·  Frutas. Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.

·  Derivados cárnicos. Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o pavo), embutidos Contienen proteínas de calidad con función formadora (de construcción de tejidos y células) y cantidades variables de grasa con función energética.

·  Otros. Azúcar, mermelada, miel, etc. Aportan hidratos de carbono con función energética.

miércoles, 3 de agosto de 2011

1 CUCHARADA DE SAL



Reducir el consumo de sal a 6 gramos al día, lo que equivale a una cucharadita de café, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría reducir las muertes derivadas de la hipertensión entre 2,5 y 3 millones al año en el mundo.



La sal juega un papel determinante en una enfermedad como la hipertensión, la cual la padecen 1.500 millones de personas en el mundo (un 35 por ciento de la población), y que es la responsable directa de más de 45.000.000 muertes anuales

Además, se trata de una dolencia con tendencia a incrementarse y que cada vez afecta a más jóvenes por debajo de los 30 años y a la población inmigrante negra, especialmente sensible al sodio.

Se estima que tres de cada diez hipertensos lo son como consecuencia de un consumo excesivo de sal, de ahí que los profesionales insistan en la necesidad de poner en marcha medidas dirigidas a reducir su consumo entre la población.

Algunas políticas de Estado en países desarrollados han sido dirigidas a restaurantes y A empresas manufactureras para que reduzcan la sal, "empezando por los fabricantes de pan", ya que el 75 por ciento del sodio que consumimos proviene directamente de los alimentos.

Existen estudios que demuestran que reduciendo la sal a los niveles aconsejados (6 gramos diarios) disminuiría la presión sistólica (valor máximo de la presión arterial) en 2,1 milímetros de mercurio y la diastólica -valor mínimo- en 0,2 mm.

Según, muchos políticos con diferentes intereses estos datos que pueden parecer modestos no lo son, ya que si los pacientes redujeran su presión sistólica en 3 mm, descendería significativamente el número de ictus e infartos en el mundo entero

El principal problema de los hipertensos es que tienen otros riesgos añadidos, uno de ellos, el de la obesidad o sobrepeso.

Por ello,  se recomienda, además de reducir el consumo de sal, bajar de peso, ya que por cada libra que se pierde se reduce entre 2 y 3 mm de mercurio la presión arterial.

"Cualquier medida que lleve al paciente a recordar lo que tiene que hacer para evitar un resultado fatal, DA RESULTADO",