El gran olvidado
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Hace décadas en las zonas rurales realizaban un desayuno poco abundante antes de comenzar las tareas del campo, pero el almuerzo completaba entonces la necesidad del organismo de nutrientes y no faltaban en la pausa a media mañana embutidos, queso, huevos, pan, vino y/o aguardiente. Hoy, sin embargo, muchas personas consideran que han desayunado tras haber tomado únicamente café, zumo o galletas lo que dista de las recomendaciones de dieta equilibrada. Además, el almuerzo brilla por su ausencia para muchos debido a los rígidos horarios laborales, por lo que el desayuno, ese gran olvidado, se convierte en aliado para afrontar el día con el depósito lleno de glucosa, nuestro combustible energético.
Fundamental
para niños en edad escolar
Un
desayuno equilibrado contribuye a un reparto más armónico de las calorías a lo
largo del día y proporciona, además, una ración de seguridad de muchos
nutrientes especialmente importantes en el periodo escolar, época de gran
crecimiento y desarrollo. Y a pesar de que uno de cada dos adultos reconoce los
beneficios de un buen desayuno para comenzar adecuadamente el día, en Europa
siete millones de niños acuden al colegio cada mañana sin desayunar, según el
barómetro Europeo Kellogg's del desayuno (1996-2008). Este estudio también pone
de manifiesto que la alimentación que efectúan gran parte de los niños y
adolescentes a primera hora de la mañana contiene un aporte calórico inferior a
lo recomendado. Esto, o su propia omisión, genera un desequilibrio de sus
hábitos alimentarios y, en consecuencia, de su estado nutricional.
¿Qué
ocurre si no desayunamos?
Algunas
de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de
concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa -nuestro principal
combustible energético- que produce el ayuno. Hay que recordar que a primera
hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún
alimento. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas
energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento
orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un
descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de
memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente
afectadas. Estas observaciones han sido verificadas tanto en niños que
presentaban una alimentación equilibrada en su conjunto como en niños que
presentaban una alimentación insuficiente. Por todo ello, se puede considerar
que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado
físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y adolescentes, sino en
personas de todas las edades.
Beneficios
de un buen desayuno
Diversos
estudios demuestran los beneficios para la salud relacionados directamente con
la toma de un desayuno equilibrado:
·
Mejora del estado nutricional (grado en el que nuestras necesidades de
energía y nutrientes quedan cubiertas mediante los alimentos que consumimos).
Tomar un buen desayuno ayuda a realizar ingestas más altas de la mayor parte de
los nutrientes que el organismo precisa. Las personas que no desayunan suelen
seguir una dieta de peor calidad, mientras que quienes lo hacen, suelen hacer
una dieta menos grasa y más rica en fibra, vitaminas y minerales.
* Grasa. Si el desayuno incluye: tostadas, pan,
cereales de desayuno, galletas sencillas, etc., el consumo diario de grasa es
menor. El consumo de estos alimentos contribuye a aumentar los aportes
calóricos realizados a partir de los hidratos de carbono, reemplazando otros
con mayor contenido graso (bollería industrial, repostería, etc.).
* Fibra. Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
* Vitaminas y minerales. El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales. Estudios realizados en población infantil en distintos países han evidenciado aportes significativamente inferiores para ciertos minerales (hierro, calcio, magnesio y cinc) y vitaminas (tiamina y piridoxina) en los que no desayunaban en comparación con los que consumían esta ración.
* Fibra. Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
* Vitaminas y minerales. El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales. Estudios realizados en población infantil en distintos países han evidenciado aportes significativamente inferiores para ciertos minerales (hierro, calcio, magnesio y cinc) y vitaminas (tiamina y piridoxina) en los que no desayunaban en comparación con los que consumían esta ración.
·
Control del peso. Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de
límites saludables en mayor medida que las que omiten esta ración. El hecho de
repartir las calorías durante el día en 4 ó 5 comidas, ayuda a que no se
sobrecargue ninguna de ellas. Esto también contribuye a evitar picar entre
horas (snacks, golosinas, bollería y otros dulces, refrescos, etc.), factor muy
importante a la hora de controlar el peso.
·
Rendimiento físico e intelectual. Las personas que omiten el desayuno
ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo (descenso de la hormona
insulina y aumento de cortisol y catecolaminas&) para mantener la glucemia
(nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales
alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en el rendimiento
físico e intelectual.
¿Cómo
es un desayuno equilibrado?
El
desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las calorías ingeridas a lo largo
del día. Para que sea equilibrado, deben estar representados como mínimo los
siguientes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón.),
frutas y cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas). Aparte de
estos, también pueden participar otros alimentos, como derivados cárnicos y
dulces, en cantidades moderadas.
·
Cereales. Proporcionan hidratos de carbono que aportan energía, vitaminas y
minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.
·
Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas
del grupo B (principalmente riboflavina o B2).
·
Frutas. Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.
·
Derivados cárnicos. Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o
pavo), embutidos Contienen proteínas de calidad con función formadora (de
construcción de tejidos y células) y cantidades variables de grasa con función
energética.
·
Otros. Azúcar, mermelada, miel, etc. Aportan hidratos de carbono con función
energética
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